Doce años después

Esta semana se cumplen 12 años desde que ETA asesinara a mi padre. Fue un asesinato, como todos, despreciable, cruel y cobarde. Le asesinaron por la espalda como hacen ellos, con dos tiros en la cabeza que no dejaban abierta ninguna posibilidad de sobrevivir. Ahora, desde la distancia de los años voy a intentar compartir con vosotros, en la intimidad de este blog, los sentimientos que me produce siempre el aniversario de su muerte.

En primer lugar, siento una profunda pena por no tenerlo y por no haberlo tenido todos estos años. Por no haber podido seguir aprendiendo de él y por no haber podido verle disfrutar con nosotros y de nosotros, algo que era lo que más quería. Y me siento especialmente huérfana ahora que estoy metida en esto de la política, que era también su pasión, y muchas veces busco en mi interior su consejo y su criterio. Ahora es cuando mejor le comprendo en sus actuaciones y cuando más me admiro de su capacidad y de su valía.

Pero también siento que su muerte nos ha hecho crecer a todos, nos ha dado una razón para comprometernos más con la vida en todo su valor. Para encontrar en el fondo de nuestros sentimientos de dolor una fuerza enorme para afrontar la vida.

Este tiempo transcurrido se ha hecho largo y corto a la vez: ha pasado de todo, ha habido dos treguas de ETA, un pacto contra el terrorismo, un proceso de paz, se ha ilegalizado Batasuna, se inhabilitaron listas, se habilitaron otras y ahora, exactamente, no se muy bien dónde nos encontramos. Parece, por un lado, que hay mucha contundencia contra todo el entramado de ETA, muchas detenciones y ya han caído no se cuantas cúpulas de ETA. Pero también acabamos de ver al sanguinario De Juana que vuelve a copar titulares porque se ha escapado, al dirigente Usabiaga libre para cuidar a su madre y también cómo un partido “democrático”, y lo pongo entre comillas, como EA está prestando cobertura para que vuelva Batasuna a las instituciones.

Y digo yo….¡después de doce años! Seguimos dando vueltas al mismo punto. ¿Ha servido de algo la muerte de mi padre? Seguro que no.

Compartir