Tere Moreno, mujer de partido

José Ignacio Palacios, senador por UPN

Cuando en la tarde del 20 de agosto estaba oyendo las primeras noticias del accidente aéreo de Barajas, en las que se hablaba de tan sólo siete muertos, una llamada telefónica a las 16:15 horas me alertó del terrible accidente sufrido por Tere Moreno. Desde entonces y hasta que a las 23:58 horas un fatídico SMS me comunicaban su fallecimiento fueron siete largas horas de conversaciones telefónicas y mensajes, con unos y con otros, que me sirvieron para, en la distancia, estar informado de la gravedad de sus heridas, de la intervención quirúrgica a la que fue sometida, del mal pronóstico que hubiese tenido en el supuesto de haber sobrevivido, de su agonía y muerte.

En mi retina quedará para siempre la última imagen que de ella guardo. Fue en Burlada, la noche del 14 de agosto, día de mi cumpleaños, donde recibí su felicitación y compartimos mesa en una cena con los compañeros de UPN de esa localidad en fiestas.

En estos días posteriores son muchos los que han escrito y hablado sobre ella, resaltando unos u otros valores de los muchos que poseía. Yo también quiero destacar uno y es el de la Tere Moreno como mujer de partido.

Muchos dirán que esto es algo obvio, pero no es así, porque cuando se está acostumbrado a ver a tantos afiliados coyunturales a los que la militancia no les dura ni un minuto más que el cargo político, hay que resaltar a personas que, como Tere Moreno, por defender unos  principios, se afilió a UPN en 1983, cuando todavía faltaban ocho años para que saliera elegida concejal, los mismos que estuvo en ese cargo en su primera etapa.

Después, cuando en 1999 le colocaron en la lista en un puesto que no era de salida y tuvo que abandonar su querido Ayuntamiento de Pamplona no dio la espantada, como hacen muchos, sino que siguió en su partido con la misma ilusión de antes y con la que tuvo después cuando el destino le hizo regresar al Consistorio en 2002, para seguir trabajando sin sectarismos por el bien de su ciudad y por el de todos y cada uno de sus vecinos, sin importarle ni las ideologías ni ninguna otra circunstancia de éstos.

Y Tere siempre supo sacar el tiempo necesario para compaginar sus responsabilidades familiares, con las profesionales, con las municipales y las del partido, como pude comprobar en las campañas electorales de las forales y municipales de 2007 y en las generales de este año, en las que fue una de las colaboradoras más eficaces con las que conté en las tareas que me fueron encomendadas.

El hueco que deja entre todos nosotros es grande, como también lo es el ejemplo que nos ha dado de lealtad y fidelidad. Espero que todos los que hemos sido sus compañeros le imitemos y que ella, desde el cielo, nos sigua apoyando. Descanse en paz.

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