Sergio Sayas, Presidente de Juventudes Navarras y Parlamentario Foral de UPN
Si alguien me hubiera preguntado hace unos años como veía el entendimiento en el futuro entre las fuerzas políticas, le hubiese respondido que el panorama era esperanzador.
Siempre he pensado que el debate, la pluralidad o el respeto a la diferencia eran valores perfectamente interiorizados en quienes no hemos vivido otro sistema político que la democracia y que, por ello, cuando en un futuro cada vez más cercano, seamos los jóvenes quienes tengamos que responsabilizarnos de la tarea política, ésta sería mucho más respetuosa de lo que estamos acostumbrados a ver ahora.
Pero tengo que decir, no sin que me asalte la tristeza, que si alguien me refiriera esa misma pregunta ahora mismo, mi respuesta sería diametralmente opuesta.
El último vídeo de juventudes socialistas basado en la chabacanería política, en el insulto y en la falta de respeto, augura un mal futuro a los valores de pluralidad y libertad que configuran la idea básica de la democracia.
Una campaña que se denomina «Por la convivencia» y que presenta como pijos, tontos, machistas y homófonos a casi la mitad de los jóvenes españoles que pueden votar o sentirse identificados con el proyecto del Partido Popular, es fiel reflejo de la idea de convivencia que tienen las juventudes que la promueven.
Resulta también sorprendente que para convencer a otros de que el mejor proyecto para los jóvenes es el que encarna el Partido Socialista, en lugar de reflejar los logros alcanzados por el Gobierno de Zapatero en materia de juventud, recurran al insulto para ganar adeptos.
Me surgen varias preguntas ¿No será que el gobierno socialista no ha hecho nada para los jóvenes en cuatro años y por eso, lo más fácil es insultar al adversario político? ¿Qué concepto tienen de los jóvenes aquellos que piensan que con medios tan barriobajeros pueden convencerles de su proyecto? ¿Dónde está ahora el talante del que este grupo político hacía gala?
Si a estos hechos le sumamos también las amenazas vertidas por las juventudes de ERC al líder de Ciudadanos de Cataluña, podremos concluir que el panorama de futuro se presenta ciertamente ensombrecido.
Quienes tenemos responsabilidades en la dirección de las juventudes de los partidos políticos, debemos abrir una reflexión que nos conduzca a un compromiso firme con los valores democráticos.
Los jóvenes somos por naturaleza luchadores e impulsivos, pero eso no significa que podamos ser violentos, antidemocráticos o que podamos mofarnos de quien no piensa como nosotros.
Tenemos pues, una inmensa responsabilidad en el presente que marcará, y mucho, el futuro. Es ahora el momento de ejercerla.