Intervención de Miguel Sanz en la Convención de políticas municipales de UPN

Pero, si es importante vuestra buena disposición lo es tanto o más, lo acertado del diagnóstico que han realizado los ponentes en sus intervenciones y, en particular, la validez de  los objetivos que han propuesto.  Por lo que, remedando al clásico cuando decía: «no sabemos dónde vamos, no sabemos dónde estamos pero vamos en vanguardia», los cargos públicos de UPN, podemos decir por el contrario, como ha quedado meridianamente claro esta mañana, que sabemos dónde vamos porque sabemos dónde estamos y además, como siempre, vamos en vanguardia.

Por eso, no puedo menos como Presidente de UPN que sentirme  fortalecido esta mañana y orgulloso de poder  trasladar al conjunto de la sociedad un mensaje de tranquilidad y de confianza en el  presente y en el futuro de nuestros pueblos y ciudades. Que sepan los navarros que pueden confiar plenamente en los hombres y en las mujeres de UPN porque, como además  somos más, somos los mejores porque, entre nosotros, están los mejores o, al menos, la mayoría de los mejores, si nos atenemos aunque sólo sea  a la estadística.

La prueba de esto que estoy diciendo está en el peso político de las personas que han hablado esta mañana. ¿O es que no tiene peso político Begoña Sanzberro, concejala de Baztán o la alcaldesa de Peralta, Sagrario Guenduláin,  o el alcalde de Cintruénigo, Faustino León, o Luis Mari Iriarte, alcalde de Zizur Mayor, o Jerónimo Gómez, alcalde de Losarcos y Presidente de la FNMC, o Yolanda Barcina, alcaldesa de Pamplona y nuestra Vicepresidenta?. Peso político, amigos y amigas, contrastado en el trabajo diario, en una dedicación de años que los sitúa como buenos conocedora de la realidad sobre la que hay que actuar, con experiencia y con ideas nuevas, y, sobre todo, con mucho sentido común.

Y como quiero ser breve, voy a centrarme ya en comentar las cuestiones que, en mi opinión, tienen un mayor alcance político: en algún caso, para ratificar lo que aquí se ha manifestado y en otros, para abrir nuevos horizontes en nuestra acción política municipal.

Se ha comentado, y ello es evidente, que durante los últimos veinte años, desde que se iniciaron los Planes de Infraestructuras locales, las políticas municipales se han basado en la dotación y mejora de las infraestructuras de servicios públicos, siguiendo las pautas que establecía la Ley de Régimen Local que determinaba los servicios que  se consideraban básicos.

Los Planes de Infraestructuras fueron, como sabéis, fruto del consenso. La situación inicial era de un promedio de déficit global en infraestructura local superior al 32% de media, llegando los municipios en peor situación a presentar un déficit en infraestructuras básicas cercano al 55%.

En este momento, muchos municipios navarros gozan de plena infraestructura básica y en el conjunto de la media de Navarra el déficit se sitúa entre el 9% y 10%, lo cual supone de hecho una situación de plena infraestructura básica, es decir, aquella que garantiza la vida de la comunidad con un adecuado estándar de bienestar. El déficit actual corresponde a actuaciones de conservación y mantenimiento de los bienes y dotaciones públicas.

Veinte años ejerciendo la competencia material de dotación de servicios que han hecho de nuestro territorio un conjunto habitable. Parafraseando el lema de la Convención «MÁS CERCA DE LAS PERSONAS» podríamos muy bien decir que hemos hecho pueblos habitables. Sin embargo, amigos y amigas, ahora es preciso construir comunidades sostenibles.

En este sentido, no quiero dejar de referirme a una cuestión sensible, a la que ya se ha aludido esta mañana, pero que como Presidente de UPN quiero comentaros.

Hay quien critica la llamada planta municipal de Navarra y desde distintos grupos del arco político se realizan apelaciones al manido tema de la racionalización del mapa municipal. Sin embargo, deberemos admitir que los municipios situados en el medio rural son nuestra realidad predominante. En ello, coincidimos con la situación del conjunto de la Comunidad Europea donde el 90% del territorio está constituido por municipios rurales, entendidos éstos como los de menos densidad demográfica y de menos potencialidad económica.

Por eso, bueno es recordar que estos municipios ejercen una importante función de protección del territorio, contrarrestan el fenómeno de la despoblación y contribuyen al equilibrio hidrogeológico, entre otras aportaciones que ya han sido comentadas. En consecuencia, no vamos a ceder a esos cantos de sirena de la racionalización del mapa municipal por el presunto criterio económico de la evitación de costes en la dotación de servicios. Eso sí, seguiremos potenciando las iniciativas para la dotación de estructuras administrativas a estos entes locales de menor entidad demográfica, promoviendo sistemas de organización, gestión, asociación y cooperación intermunicipal y supramunicipal de carácter voluntario, dotándolas de medidas legislativas y financieras.

TIEMPOS NUEVOS, NUEVOS RETOS

Hecho este paréntesis y volviendo al hilo conductor de mi exposición, es necesario decir que todos somos conscientes de que hoy se impone una reflexión estratégica en torno a los objetivos que deberemos plantearnos en el horizonte de  los próximos veinte o veinticinco años. Sin duda, la transformación  de esas políticas económicas centradas en la mejora del medio físico, relacionadas con los servicios ligados a la residencia y a los domicilios, para reorientarlas  hacia actuaciones destinadas a la construcción de comunidades sostenibles mediante la generación de servicios destinados directamente a las personas será la prioridad.

Porque, como ya se ha destacado en alguna intervención, de nada serviría tener pueblos bien dotados, con calles embellecidas, con electrificaciones, alumbrados, con aguas potabilizadas y posteriormente depuradas, etc., si las necesidades personales y familiares, si las políticas de empleo, de igualdad, de conciliación laboral y familiar, si el impulso  de las condiciones económicas para el desarrollo, no constituyen el centro de nuestras preocupaciones.

 No debemos estancarnos en la posición de que las únicas competencias de perfil fuerte ejercidas por los municipios sean las urbanísticas, por ejemplo, y que el resto, sean competencias de perfil débil, entre las que podemos señalar las de ámbito cultural, recreativo o de ocio, por muy extendidas que estén éstas dentro del conjunto del gasto público actual.

Debemos conseguir, por tanto, el equilibrio y la ponderación necesaria para compatibilizar una administración local orientada a las prestaciones, sin olvidar, por supuesto, el ejercicio de las competencias materiales y técnicas habituales.

Retos como el fomento del espíritu empresarial adaptado a las características de cada municipio, retos en la modernización de los sectores productivos, en el fomento de la calidad y en la protección del medio ambiente, en la búsqueda de un desarrollo que a corto plazo no suponga una reurbanización del territorial municipal, etc., deberán centrar nuestros esfuerzos.

Para afrontarlos es preciso fortalecer determinadas políticas ya iniciadas y poner en marcha otras.

La diversificación de infraestructuras más allá de las estrictamente básicas ya ha sido iniciada con la extensión de la banda ancha a todo el territorio de la Comunidad Foral. Sin ella, no podríamos iniciar de forma decidida la extensión del uso de las nuevas tecnologías y la implantación de la administración electrónica. Esta actuación está sirviendo también para que los agentes económicos, las empresas, los trabajadores autónomos puedan instalarse o permanecer y realizar su actividad en nuestros municipios.

El agua, la energía eólica y solar y la biomasa deben ser recursos locales para el abastecimiento de energías renovables, alternativas en las que los ayuntamientos tienen  mucho que decir.

Hemos sido pioneros y estamos siendo líderes en los servicios de abastecimiento de agua potable y depuración de aguas residuales y estamos iniciando políticas serias para el tratamiento de los residuos. En este sentido, hemos revisado los correspondientes Planes Directores.

Estas y otras muchas políticas, junto con la evolución organizativa de los municipios, las nuevas fórmulas de cooperación intermunicipal y el ejercicio de actividades en red deben ser la base de los nuevos municipios navarros volcados ya de forma decidida y con visión de futuro en la prestación de servicios sociales y de proximidad al conjunto de las personas que forman una comunidad local sostenible.

LA FINANCIACION LOCAL

Haciendo un poco de historia y por situarnos correctamente en el contexto, debemos recordar que desde 1.996 hasta hoy, el gasto local ha evolucionado desde los 600 euros por habitante hasta algo más de 1.300 euros en 2.006. Según fuentes del Ministerio de Economía y Hacienda referidas al ejercicio de 2.003, Navarra es la Comunidad que más gasto local tiene. De modo que el gasto local liquidado en Navarra fue en 2.003 de 1.250 euros por habitante, seguida del País Vasco y superando en algo más del doble a la Comunidad Autónoma que menos gasto realiza.

Hoy día, el Fondo de Haciendas locales supone casi el 36% de los ingresos locales. Junto con el resto de transferencias nos acercamos al 41% de esos ingresos.

Eso quiere decir que las entidades locales de Navarra presentan un coeficiente de autonomía financiera del 59%. Dicho de otra forma, en término promedio, nuestras entidades locales generan con sus recursos propios del 59% de sus ingresos, mientras  el coeficiente de autonomía financiera en el resto de España es del 48% en promedio, es decir, 11 puntos a nuestro favor.

El incremento del Fondo en el IPC más dos puntos, el desarrollo urbanístico con los correlativos ingresos tributarios, las revisiones catastrales y el crecimiento de las actividades económicas arrojan un panorama alejado del pesimismo.

Sin embargo, hemos de trabajar en potenciar el incremento de la autonomía financiera basado en la certeza de los ingresos y manteniendo dentro de la ponderación y equilibrio del sistema financiero local de Navarra un elemento estable y cierto basado en los ingresos autónomos municipales. Los elementos de financiación externa pueden ser menos estables.

Mayores horquillas en los impuestos para que las decisiones municipales se hagan autónoma y políticamente, la exigencia de precios en aquellos servicios que no son de recepción obligatoria y el mantenimiento de un crecimiento cierto del Fondo de Haciendas locales tienen que ser la base de la autonomía financiera fundamentada en la posibilidad de obtener recursos propios.

Pero, también debe actuarse en la faceta y en la vertiente del gasto público local. Nuestros ayuntamientos adolecen de una excesiva concentración en pocas funciones. Las más abultadas son las urbanísticas y las culturales. Estas últimas, por muy extendidas que estén representan un perfil bajo, desde el punto de vista competencial. Adolecemos de poca dedicación a servicios sociales y de proximidad a las personas. Y ese es el reto. Mejorar los ingresos, sí, pero también diversificar el gasto, huyendo de esa especie de monocultivo y concentración en pocas funciones, que algunas de ellas, por cuantiosas que sean, no representan prioridades ineludibles para la sostenibilidad de la comunidad ni llegan a toda la población.

Un nuevo horizonte, por tanto, se abre y es necesario repensar las funciones del Fondo de Haciendas locales.

Este no deberá estar ya ligado a la planificación y a un sistema rotatorio en el que unas entidades paran y ahorran para que otras puedan dotarse de infraestructura material. Este sistema, hasta ahora, ha dado resultados óptimos en la rebaja de la media de déficit de un 32% a un 9,5%.

Sin embargo, con el nivel de infraestructuras alcanzado ya no puede gestionarse tamaña dotación económica en términos de déficit estructurales. Se impone una política más preactiva. Ya no se trata de dotarse de lo mínimo desde el punto de vista físico para una adecuada convivencia. Se trata ya de que todas las entidades locales sepan de la dotación de que disponen para que en uso de su autonomía y de su poder de decisión, oferten los servicios que crean oportunos a sus vecinos.

La dotación de este Fondo debe ser fruto de un gran acuerdo entre dos administraciones autónomas, la foral y la local, que como tal, deben estar ambas dotadas de suficiencia financiera. Sin embargo, los recursos son escasos  y se trata de hallar el nivel de gestión y el gasto que a cada una de ellas corresponde, sin perjuicio de que exista una cláusula general de competencia que a las entidades locales todas aquellas que las leyes no lo hagan a favor del Estado o de la Comunidad Foral.

Por eso, el Fondo debe constar, al menos, de tres partes. Una, destinada a los Planes Directores en la medida en que éstos son elemento de cohesión territorial, ligada a la ordenación del territorio y al medio ambiente, así como medio de cooperación y coordinación con las inversiones de la Comunidad Foral de interés local.

Dos. La mayor parte del Fondo debe ser incondicionada o sin vinculación sectorial, repartida mediante criterios de población, de situación y de condiciones económico-sociales y de los indicadores económico financieros que no desincentiven la búsqueda de recursos propios. De esta parte, una porción deberá tener vinculación económica pero no sectorial. Es decir, deberá dedicarse a inversión sin prejuzgar el tipo de ellas, pues no hay que olvidar el papel de agentes económicos que tienen las entidades locales.

Finalmente, una tercera parte ejercerá de Fondo de compensación, cohesión, equilibrio, etc., para nivelar las dotaciones de las pequeñas entidades como los concejos o municipios de pequeña población. En todo caso, la población no debe ser el criterio de atribución de estos fondos, sino los indicadores financieros de cada una de estas entidades.

COMPETENCIAS

Ciertamente, deben predeterminarse las competencias que como es sabido, son de atribución legal.

En este sentido, estamos esperando la nueva Ley de Bases cuya elaboración hemos seguido puntualmente, tanto en las Conferencias sectoriales de Asuntos locales celebradas  (hasta el momento, dos) y de las Comisiones preparatorias y de trabajo.

Sin embargo, el pasado 23 de noviembre el texto del ante proyecto no superó el trámite de la Conferencia Sectorial. Nuestro esfuerzo ha sido preservar la secular competencia de Navarra en esta materia y así figura en el anteproyecto.

En cualquier caso, dada nuestra vinculación en materia organizativa y electoral a la legislación estatal, según pregona la Ley Paccionada,  podremos esperar a que el Estado tramite este proyecto de Ley Básica y estamos preparados para su adecuación a Navarra, en el marco de nuestras competencias.

Amigos y amigas, hasta aquí, hemos dado un repaso a la situación de nuestros ayuntamientos cuyo futuro, estoy convencido, es, sin duda, esperanzador. Se ha trabajado bien durante estos años y los resultados nos sitúan en una posición de partida inmejorable para que nuestros pueblos y ciudades sean comunidades sostenibles.

En más de una ocasión me habéis escuchado referencias a la Navarra de las Oportunidades, en la que yo creo firmemente, y es ahí, en primera línea, donde quiero ver a nuestros pueblos. Pero, amigos y amigas de UPN, este objetivo debemos alcanzarlo  colaborando todos, coordinando eficazmente nuestros esfuerzos.

 Desde el Gobierno de Navarra nos corresponde impulsar las políticas que se derivan de nuestro Programa electoral pero necesitamos que quienes ocupáis cargos de representación  en el ámbito municipal secundéis también decididamente estas políticas e, incluso, como afiliados, os comprometáis a haceros eco de ellas en el área de vuestra influencia social, garantizando así el efecto multiplicador imprescindible. Esta es la manera de trabajar de un partido serio, responsable y eficaz.

Hoy, se han abierto ante nosotros nuevos horizontes  de la gestión municipal, horizontes que nos emplazan a plantearnos objetivos nuevos y, quizás, más exigentes, que responden al dinamismo permanente de la sociedad que se manifiesta en la presencia de valores emergentes.

Lo cierto es que tenemos ante nosotros una aventura apasionante como es  para cualquier humanista – y UPN es un partido humanista por antonomasia – contribuir en la mayor medida posible a mejorar el bienestar de las personas de nuestro entorno. Por eso,  los hombres y mujeres de UPN debemos interiorizar cada día   el compromiso que nos trajo a la política y trasladar al trabajo en los ayuntamientos nuestras señas de identidad, que han quedado definidas en las distintas intervenciones.

«MÁS CERCA DE LAS PERSONAS» debe significar para los hombres y mujeres de UPN apertura a los demás, disponibilidad, acogida, trabajo de calidad, transparencia, honestidad, eficacia y eficiencia. Y a esta tarea y bajo estas premisas invitamos a cuantos quieran unir sus esfuerzos a los nuestros.

Próximas las elecciones municipales, tenemos que ser capaces de ilusionar a los ciudadanos con nuestros proyectos, proyectos que respondan a sus aspiraciones reales, que den respuesta a sus necesidades más sentidas enmarcadas en los objetivos del bien general.

Elegid para las listas a quienes más se identifiquen con los objetivos aquí expuestos – nuestras señas de identidad-, a quienes quieran trabajar en equipo siendo leales de principio a fin al proyecto definido por todos en el ámbito de los Comités locales.

Sumemos voluntades, en definitiva, y hagamos que los ayuntamientos de UPN sean los más competitivos en el trabajo bien hecho pensando siempre en las personas.

Quiero sumarme explícitamente al acuerdo que se ha propuesto de apoyo a todos los corporativos de Navarra y de España que integran las candidaturas de los partidos democráticos y de las agrupaciones independientes, pues en su inmensa mayoría, trabajan con honestidad y eficacia en favor del bien común y que son expresión de la democracia. Que su trabajo no se vea ensombrecido por la desconfianza que las actuaciones de algunos, muy pocos, pueden sembrar en la sociedad.

Gracias amigos y amigas por vuestra presencia hoy aquí, por el estímulo que me dais, por el entusiasmo que demostráis. Como se ha dicho esta mañana, sois el mejor aval que UPN puede presentar ante los navarros.

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