En recuerdo de Tomás

No tuve la oportunidad de conocer en persona a Tomás Caballero. Cuando ETA lo asesinó yo tenía 18 años y acababa de venir a estudiar la carrera a Pamplona. No estaba afiliado a UPN, pero era tal la rabia que sentía, que quise ir al funeral. No sabía quién era Tomás, no sabía qué había defendido en el Ayuntamiento, tampoco conocía ni su trayectoria, ni lo que había hecho por Pamplona, por Navarra y por UPN.

Sólo quería aportar mi grano de arena a esa rebelión cívica que decía en la calle que teníamos que acabar con ETA. Pedíamos a ETA que nunca más volviera a cometer una atrocidad como esta. Desgraciadamente, la banda terrorista siguió su sanguinario camino y, a lo largo de los años, he asistido a más funerales, entre ellos al de José Javier, y a más manifestaciones.

Pero en paralelo a eso, he podido conocer a mucha gente que ha sufrido de manera directa esta lacra, a muchas víctimas, entre ellas a la familia de Tomás, a Pilar y a sus hijos, que no han dejado que su memoria, sus ideas, su legado y sus valores se quedarán también en aquel atentando.

Porque las he conocido de cerca, porque he visto la forma tan generosa, abnegada y democrática en la que responden las víctimas, porque es inimaginable el dolor y la impotencia que debe sentirse cuando algo así te ocurre; por eso y por muchas cosas más, nunca la sociedad española podrá reconocer como se merecen a las víctimas del terrorismo. Solo hay una cosa, lo mínimo, que podemos hacer por ellas y por nosotros, luchar con todas nuestras fuerzas para acabar con ETA. Yo me comprometo.

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