El Referéndum europeo

Con un porcentaje bajo de participación y una mayoría clara de votantes en España, la semana pasada se aprobó el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa.

La votación de una Constitución Europea no es un tema baladí. Supongo que un asunto tan importante hubiera requerido de un mayor compromiso intelectual de todos y de una mejor pedagogía gubernamental que nos hiciera partícipes de la trascendencia de la consulta. El gobierno socialista era consciente de todo ello. ¿Porqué entonces un referéndum «express»? Mi opinión es la siguiente:

El gobierno no confió en sus posibilidades ni creyó sinceramente que explicando con calma el contenido del texto fuera a obtener más apoyo que el podría obtener el 20-F. ¿Porqué? Se me ocurre que, en estos momentos, el gobierno socialista puede aprovechar el «estado de gracia» del que todavía goza (el efecto «ZP» ya saben: la sonrisa, el talante…).

Pero, también es cierto, que el tiempo podría jugar en contra de este Gobierno. Gobernar significa optar, y después decidir y, como sabemos, muchas veces las decisiones no satisfacen a todo el mundo. Es más, en coyunturas no del todo favorables (como la debilidad de este Gobierno) cada decisión podría provocar costes electorales. ¿Y si el Gobierno, consciente de su debilidad, valoró el que en el futuro le iba a ser más difícil sacar adelante este referéndum? Si fuera así la urgencia tendría explicación.

Sobre el referéndum, la misma noche electoral, Joan Maragall reconocía que la convocatoria acarreaba un «riesgo calculado». ¿La incertidumbre sobre el resultado futuro obligaba a convocarlo lo antes posible?

Puede que el Gobierno socialista considerase que era, históricamente, más relevante aprobar el Referéndum los primeros de Europa que el hacer partícipes al mayor número de españoles posible de los beneficios del proyecto europeo concretado en este Tratado constitucional. Si este era el objetivo, parece misión cumplida.

Desde mi punto de vista, confiar el éxito de la actividad política exclusivamente a los cálculos de los estrategas en vez de basarla en la propia fuerza de convicción, y en la aptitud de la sociedad civil para asimilar la trascendencia de los asuntos públicos, y en su capacidad por actuar en consecuencia es un error.

Todo esto me recuerda, no sé porqué, a aquél momento de nuestra reciente historia, en el que algunos dirigentes de este país, también socialistas, decidieron arreglar el cáncer del terrorismo –tema también importante- sin contar con la sociedad española, interpretando por los demás (por todos nosotros) lo que sería bueno o no para el futuro de España y cómo debía gestionarse. Mal precedente.

Por cierto, desde la semana pasada España no sólo es la primera en Europa, sino la mejor de Europa… Esta vez en Fútbol Sala. Enhorabuena a todos.

Carlos Salvador
Diputado por Navarra (UPN)

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