Se pretendía con su aprobación, defender esta obra como proyecto estratégico para el desarrollo de nuestro país y reivindicar su legitimidad frente a quienes se niegan a respetar la voluntad de la mayoría y pretenden imponer sus proyectos mediante el miedo, la coacción y el asesinato si es preciso.
Ha sido respaldada por todos los grupos y partidos con representación el Cámara Alta y, aunque debiera ser una buena noticia esta unanimidad, no nos tiene que llevar a engaño. Los nacionalistas vascos tienen muchos problemas en la redacción de los comunicados, de hecho en el Parlamento de Navarra no se suman porque incluyen un reconocimiento expreso a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Es una eterna ambigüedad y una contradicción la de los partidos nacionalistas, pues ejercen una doble moral adhiriéndose a declaraciones condenatorias de estos atentados, al tiempo que claman y se lamentan por que el Tribunal Supremo haya anulado las listas de D3M y Askatasuna para las próximas elecciones autonómicas vascas, a sabiendas que estas franquicias etarras son las que amparan y alientan precisamente a los que atentaron ayer y siempre.
Por eso yo les pido algo más que la aprobación de un texto de condena. Pido al nacionalismo vasco que haga un ejercicio de coherencia ética y democrática que les haga acreedores de una mínima credibilidad política en materia terrorista.