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Verdaderos abuelos

Aún sigo impactado por la noticia aparecida días atrás en un medio de comunicación y cuyo titular era “Las quejas de abuelos esclavos llegan al Teléfono de la Esperanza”. Sinceramente pone los pelos de punta. Llegar a la jubilación, unos con mejores condiciones físicas y económicas que otros, para acabar así. ¡Lamentable!

El artículo refería la “cesión de responsabilidades de los hijos” para con los abuelos, que son sus padres. El “abuso y falta de respeto” de los hijos para sus padres, los abuelos en este caso y la utilización de estos últimos como “simples y gratuitos canguros”. Yo me miro a mí mismo y no me veo capaz de hacer algo parecido. Veo mi entorno familiar y no les veo capaces de hacer algo parecido. Veo a mis padres, que son abuelos ya, y no les veo capaces de actuar de manera parecida. Pero sobre todo veo que si por un casual atisbara que alguna de estas situaciones pudiera suceder mi palabra y mis hechos se iban a levantar para evitarlas.

Quiero decir con esto que la responsabilidad es de todos. Fundamentalmente, y casi exclusivamente, de los hijos que “aparcan” a los nietos con los abuelos. Pero una pequeña parte también de responsabilidad la tienen los abuelos que no son capaces de decir a sus hijos que una cosa es echar una mano, y ayudar en lo que se necesite, y otra que sean unos esclavos. Y también otros miembros de la familia que son, somos, espectadores y que como dice este mismo artículo publicado “se mantienen ajenos a esta situación, sin querer ver la realidad” tienen su parte alícuota de responsabilidad por su silencio.

Nuestra obligación, la mía, es favorecer en todo lo que podamos la mejor calidad de vida para nuestros padres, para nuestros abuelos. ¿Acaso no se lo han merecido? ¿No somos capaces de reconocer, valorar, y premiar lo que ellos han hecho con nosotros como para castigarlos ahora con la esclavitud de los hijos propios? ¡Hasta ahí podíamos llegar!

Mis padres, mis abuelos y los padres y abuelos del mundo entero merecen disfrutar de sus últimos años de vida con la alegría de convivir con sus nietos, la libertad que por derecho han conseguido tras una vida dedicada a sus hijos y la satisfacción de ver crecer a sus nietos en compañía de sus padres, o lo que es lo mismo, sin esclavitudes ni ataduras. Tú, lector de este blog, y yo tenemos mucho que decir para que así sea.

Porque lo que yo quiero para mis padres es que sean ¡unos verdaderos abuelos!

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