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Objetivo, abatir a UPN

En el año 2010 estamos en la antesala de las elecciones regionales. Las direcciones de los partidos, por esto y porque sueñan con el poder, han tocado a rebato. La de los grandes porque aspiran a conseguir el poder; la de los pequeños porque tratan de no desaparecer y así convertirse en la bisagra y la clave de la gobernabilidad y, por supuesto, para mantener sus magras y personales representaciones políticas. A tal fin, estiman que ha llegado la hora de perfilar las estrategias políticas.

En esta situación, UPN es la pieza que los partidos pretenden abatir. La ocasión es propicia. Los hechos políticos acaecidos, buscados o accidentalmente sobrevenidos –quién lo sabe–, lo han dejado solo, aislado en la arena, con riesgo de menguar su representación política actual.

La estrategia para la batida está señalada: poner en evidencia esta soledad y demostrar que la capacidad de decisión política y la gobernabilidad está fuera de UPN. Este modo de operar ya ha sido ensayado en el espacio nacional. Pretenden erosionar el espacio electoral de UPN desde todos los lados políticos, desde la derecha, desde el centro y desde la izquierda, y con todos los argumentos.

Por la derecha, el PPN lucha por hacerse un hueco a rebufo de la acción política del PP nacional. Sus rectores no dudan, con ocasión o sin ella, en desprestigiar a los dirigentes de UPN. Con el partido lo tienen más difícil ya que sus líderes militaron voluntariamente en él, algunos con cargos bien relevantes; acataron sus planteamientos disciplinadamente y nunca crearon una corriente crítica de opinión. Se equivocan si su estrategia supone romper todas las amarras con UPN y no mantener abiertas todas las vías de comunicación y colaboración posibles.

El centro está muy disputado quizás porque nadie sabe en qué consiste. Es un espacio que algunos partidos pretenden ocupar ante la indefinición e inconsistencia ideológica de amplios sectores sociales. Según el navarrómetro, el 30% de los navarros son de centro.

El CDN, separado del Gobierno, reivindica el centro y hace guiños moderados de izquierda y de nacionalismo por ver si recupera los votos que en el año 1995 lo apoyaron y que ahora se encuentran en UPN.

El PSN sedicente se identifica con la centralidad sabedor de que la izquierda de IU es residual. Aspira a conformar gobierno con la derecha, con la izquierda y, no lo olvidemos, con los nacionalistas. Con quien sea. Llegado el momento buscará los votos necesarios allí donde estén, como lo hizo en el año 1984 y en 1995, como lo intentó en el año 2007, y como el PSOE lo hace ahora en el País Vasco con el PP o en Cataluña con los independentistas. Se justificará diciendo que la política es el arte de lo posible o que es necesario hacer de la necesidad virtud. Es el más interesado. Su estrategia es puro pragmatismo. Reiteradamente afirma, sin justificación política suficiente, que no consentirá relaciones de UPN con el PP, mientras que él las mantiene con todos.

El conglomerado nacionalista, a lo suyo: procurar que el cemento que aglutina a la derecha, el centro y la izquierda nacionalistas no se estropee para seguir empujando la integración de Navarra en el proyecto de Euskal Herria. A partir de ahí, cualquier cosa con tal de derrotar a UPN, que ha impedido eficazmente ese proyecto.

Sorprendentemente, en estas estrategias no hay espacio para perfilar los objetivos ideológicos y programáticos que justifican la lucha por el poder. Esta tarea queda para la coyuntura política inmediatamente previa a las elecciones o para la noche electoral. Al parecer, los intereses y problemas del ciudadano pueden esperar. Esta estrategia, olvidada por los partidos, es la que ocupa a UPN: atender el interés de los ciudadanos y, a través de la acción de gobierno, combatir la crisis y mantener a Navarra entre las primeras regiones europeas en el desarrollo social, cultural y económico.

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