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No me verán llorar

Javier Marcotegui Ros, Parlamentario Foral de UPN

Todos los españoles comprendieron la gallardía de esta actitud, salvo la insignificante e ignorante minoría terrorista y la de los que les apoyan, protegen y amparan, que desconocen el valor de la Vida, de la Libertad, de la Justicia y la Paz. Valores por los que aquellos diariamente trabajan. José Javier Múgica, al que hoy recordamos de nuevo en el octavo aniversario de su muerte, así lo hacía en Leiza como ciudadano y concejal de UPN. Tampoco a su viuda han visto llorar.

La ausencia pública de las lágrimas no refleja insensibilidad, ausencia de dolor, sino verdad del pensamiento político. Descubre la solidez, firmeza y hondura de una sociedad madura que ha entendido que todas las ideas son defendibles con la palabra y la razón pero ninguna con la violencia o con el apoyo implícito de ésta. Paqui, con la tristeza en el alma por la ausencia de su marido, nos dijo: "no van a conseguir nada más porque (…) hay mucha gente como mi marido y no van a poder con ellos y cada día van a salir más y más". Añadió, "lo único que han conseguido es dejar dos huérfanos y una viuda".

Francisca no está sóla, como tampoco lo está Reyes Zubeldía, la viuda de José Javier. La soledad y el aislamiento acompañan a quienes no encuentran otra razón que la violencia. Éstos no encontraron el apoyo del Tribunal Constitucional español para deslegitimar la ley de partidos del año 2002. Tampoco para arruinar las decisiones del Tribunal Supremo que ilegalizó Batasuna y sus sucedáneos políticos. Han buscado el amparo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) y se han encontrado con la desestimación de todos sus argumentos por no haberse vulnerado los preceptos del Convenio Europeo de Derechos Humanos. La ilegalización de Herri Batasuna y Batasuna responde, según el tribunal europeo, «a una necesidad social imperiosa». Afirma el tribunal que "un partido político cuyos responsables incitan a recurrir a la violencia o proponen un proyecto político que no respeta una o varias reglas de la democracia o que busca su destrucción y el desconocimiento de los derechos y libertades que esta reconoce, no puede aprovecharse de la protección de la Convención Europea de Derechos Humanos".

Como nos alertó Francisca, más y más ciudadanos e instituciones saben mejor cada día dónde está el lado de la Libertad, de la Justicia y la Paz y dónde el de la esclavitud de la ignorancia, la arbitrariedad de la sinrazón y la violencia antidemocrática.

A pesar de todo, persisten espesos nubarrones en el horizonte democrático en el País Vasco porque el terrorismo, además de víctimas y miedo social, en gran medida ha arruinado la capacidad de raciocinio de muchos ciudadanos e instituciones y ha introducido fuertes disensiones entre las fuerzas políticas democráticas. Algunas han llegado a concebir y diseñar procesos para alcanzar la paz política y, consecuentemente, han buscado soluciones al margen de la justicia y la libertad. Algunos de estos procesos han terminado como únicamente cabe esperar de la violencia, con ciudadanos muertos.

Después de la sentencia del TEDH nadie puede dudar sobre la legitimidad de los medios democráticos usados por el Estado para luchar contra el terrorismo. Esto debería provocar alguna reflexión en las fuerzas políticas nacionalistas que han negado esta legitimidad y han combatido persistentemente la política antiterrorista del Estado.

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