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Dos sensibilidades; un único objetivo

Javier Marcotegui Ros, parlamentario foral de UPN

Han ocurrido importantes acontecimientos políticos en el curso que ha terminado. Merecen algún tipo de atención. Hagamos un sucinto recordatorio de los mismos.

En octubre se rompió el pacto que UPN y PP mantenían desde el año 1991 y que tan importantes réditos políticos ha dado para ambos. Más tarde, se produjo la organización del PP en torno a algunos militantes de UPN. Después, llegó el cambio en el liderazgo de UPN en un congreso modélico en su organización y celebración y fructífero en contenidos políticos. Luego, se celebraron las elecciones europeas en las que UPN no ha participado por razones obvias. Por último, se han vislumbrado ciertos atisbos de lo que puede ser la estrategia electoral del PSN hasta el final de la legislatura: la de hacer fracasar el nuevo liderazgo de UPN difundiendo sospechas infundadas de bicefalias en la dirección o de presidencias tuteladas.

Este recorrido no puede olvidar los resultados de las recientes elecciones europeas siquiera por constituir un avance significativo de comportamientos electorales venideros. En ellas el 84% del voto conservador conseguido en las de 2004 ha encontrado acomodo en la candidatura del PP y el 16% restante, en un porcentaje muy considerable, se ha refugiado en la abstención. El PSN tiene que digerir la amarga disminución del apoyo social. Ha perdido el 7% de sus votos y observa la inquietante consolidación de UPD, partido de su espectro político.

En esta novedosa coyuntura política navarra, sin duda espoleado por estos resultados electorales nada intrascendentes, un miembro destacado del PSN en una tertulia radiofónica manifestó sin ambages que el objetivo de su partido era desplazar a UPN del Gobierno de Navarra. A tal fin consideró de gran ayuda la quiebra del pacto de UPN-PP, de la que esperaba la pérdida de importantes apoyos electorales para UPN.  Estimó que en este partido se cobijaban dos sensibilidades políticas distintas: una, proclive al entendimiento con el PP; otra, con el PSN. Afirmó, como conclusión, que su partido no consentiría una estrategia política bicéfala basada en las dos tendencias.

Nada que objetar al objetivo y a las dos valoraciones. Está en su derecho. Ahora bien, resulta sorprendente y del todo insostenible la pretensión de marcar la estrategia política del adversario por mucho que con él se mantenga un pacto de gobernabilidad. Se confunden dos planos políticos radicalmente distintos.

Por una parte, el del interés general del acuerdo de gobernabilidad en el gobierno regional y en los ayuntamientos. Requiere lealtad entre las partes. UPN la tiene acreditada más que suficientemente por su comportamiento en legislaturas anteriores. ¿La tiene el PSN? El acuerdo caduca al final de esta legislatura, momento en el que se pronunciarán los electores.

Por otro, el de las estrategias de política interna orientadas al convencimiento del electorado cuyos intereses se pretende representar. Los partidos aglutinan no sólo dos sensibilidades, sino un continuo de ellas desde uno al otro extremo del ámbito político social en el que desenvuelven sus actividades políticas. ¿Acaso no ocurre así en el PSOE? Éste recoge sensibilidades socialdemócratas, de izquierda genuina y nacionalistas. En este último caso, por un malentendido federalismo o, más probablemente, por puro pragmatismo político. Algún juego han dado en Navarra.

Así, UPN pretende el objetivo de mantenerse como la fuerza hegemónica y de referencia en el espectro político conservador para organizar en torno a sí la acción de gobierno en la próxima legislatura. A estos efectos, está legitimado y debe diseñar acciones políticas con proyección interna y externa que amplíen su espectro político por ambos extremos a costa de desplazar el de sus adversarios que, por otra parte, persiguen el mismo fin. Tengamos presente que no hay enemigo pequeño.

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