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La hora de las cuentas

Javier Marcotegui Ros, vicepresidente 1º del Parlamento de Navarra

Hay motivos para sospechar que este balance no ha sido esbozado ni antes ni en ningún momento del conflicto, porque las partes siempre afirmaron que no pretendían romper la relación. Salvo algunas confusas referencias a la gobernabilidad de Navarra, a los intereses generales de España, a la interpretación del contenido del pacto, a la visibilidad de UPN en las Cortes Generales, durante el proceso de rotura nada se ha difundido sobre las ventajas o inconvenientes electorales de desagregar al electorado conservador navarro en dos opciones políticas. Referencias, por otra parte, que parecían tener más de espontaneidad que de estrategia y que carecían de argumentos suficientemente contrastados y debatidos entre las partes. Entre tanto, como anticipo de los efectos de la quiebra del pacto, los adversarios políticos de UPN no podían disimular su contento porque se les presentaba una oportunidad servida en bandeja de plata.

No veo cómo la rotura del pacto pueda interesar simultáneamente a UPN y al PSN reconociéndose ambos alternativa al Gobierno de Navarra. Los efectos de las desavenencias o son buenos para UPN y malos para el PSN o a la inversa.

Tampoco veo ventajas para la gobernabilidad actual y futura de Navarra si la entendemos orientada hacia el mantenimiento de Navarra como comunidad políticamente diferenciada. El Presidente del PSN ha dicho públicamente que su objetivo es desplazar a UPN del Gobierno. Correlativamente, el objetivo de UPN debe ser impedirlo. También ha manifestado que la rotura del pacto concede a ellos la «centralidad» política; centralidad que les facilita la negociación tanto con UPN, en la medida que en ella no encuentren el contrapeso del PP, como con los nacionalistas. Lógicamente, debemos deducir que el PSN lleva incorporada en su estructura ideológica la vocación de bisagra que le permite negociar con los nacionalistas si le conviene más que con UPN. La actitud definitiva la decidirán las autoridades socialistas nacionales de acuerdo con sus intereses, con la coyuntura política del momento, y no conforme con los intereses de Navarra y menos con los de UPN. Así, en el verano del 2007 les interesó entenderse con UPN, que por entonces, curiosamente, mantenía el pacto con el PP. ¿Cuáles serán estos intereses en lo sucesivo? ¿Con quién les interesará entenderse mañana?

Si el PSN considera que la ausencia de ligaduras de UPN respecto de la política nacional es buena para la gobernabilidad de Navarra también deberá estimarla para sí respecto de su dirección nacional en las decisiones sobre los asuntos de Navarra. También debería conseguir mayor madurez y consistencia política para la mejor defensa de la personalidad política de Navarra. ¿Por qué no la busca? ¿Será que prefiere ser más fuerte frente a un adversario más débil que ha dispersado sus efectivos electorales?

Inquietantes preguntas sin respuesta por ahora y en manos del PSN.

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