María José Vidorreta Alfaro, Parlamentaria Foral de UPN
Benazir Bhutto, recientemente asesinada, fue durante su vida una ventana de esperanza para los pakistaníes, sobre todo para las mujeres y para los más necesitados.
Una mujer visible en todo el mundo por su valentía y su tesón por lograr cambios, que desafió las adversidades hasta la muerte, enfrentándose al radicalismo, la intransigencia y el terror.
La han matado por su fuerza, por su esperanza y porque tenía un espíritu luchador que aterraba al poder en Pakistán.
Benazir contagiaba de cambio a sus gentes en todas las comunidades islámicas; era una adversaria decidida e irreductible. Y suponía una gran amenaza, por eso la han matado.
A ella le importaba más implantar la democracia y la libertad que su seguridad o su integridad física.
Fue la primera mujer en el mundo en liderar un país musulmán, y con su muerte muchas ilusiones y esperanzas han desaparecido.
Ahora habrá que ver si su hijo, que ha anunciado que sustituirá a Benazir, es capaz de asumir y defender con tanta fuerza los valores por los que su madre entregó la vida.