Alberto Catalán Higueras, Secretario General de UPN
El gesto de rechazo se repitió entre sus correligionarios. Ante aquella premeditada y vergonzosa escena, un parlamentario reaccionó exclamando «¡Viva el Rey!», que fue respondido por Don Juan Carlos con un «¡Viva Navarra!», elocuente expresión que resonó en los oídos de quien escribe y de buena parte de las autoridades y periodistas presentes, como así reflejaron en sus crónicas.
Desde aquel entonces, y como también habían hecho con anterioridad, los Reyes han visitado la Comunidad Foral siempre que las instituciones navarras les han requerido para acontecimientos importantes de diversa índole, que han merecido el apoyo y el respaldo de Don Juan Carlos y Doña Sofía. Sin olvidar que otros miembros de la Familia Real, de manera especial el Príncipe Felipe para la entrega, desde que se instauró, del Premio Príncipe de Viana de la Cultura, se han dejado ver asimismo por nuestras tierras.
Muchos navarros asistimos con preocupación a la ofensiva contra las instituciones democráticas protagonizada no sólo ya por los de siempre, esto es, ETA y el mundo que la apoya, cuya amenaza de nuevos atentados ya se ha puesto de manifiesto, sino también por los reductos independentistas radicales que queman fotos del rey, por el desafío de Ibarretxe para romper la Constitución y la unidad de España, por el incumplimiento de la legalidad por parte de numerosos ayuntamientos nacionalistas a la hora de respetar los símbolos que representan a todos los españoles y por el rechazo de decisiones judiciales relacionadas con Batasuna.
En este sentido, no son comprensibles determinadas actitudes y expresiones de las que están haciendo gala algunos gobernantes minimizando y quitando importancia a unos asuntos que son de extrema gravedad.
Hemos de romper una lanza en favor de la Constitución y la monarquía. Lo queramos o no, seamos más o menos monárquicos, nuestro Rey simboliza hoy los valores y principios democráticos, el sistema de libertades y el Estado de Derecho que consagra la Constitución Española a la que él mismo contribuyó, así como el respeto a la autonomía de las comunidades y los derechos forales de Navarra. Aquel «¡Viva Navarra!» no era sino una expresión de defensa de nuestra foralidad y de nuestra pertenencia al proyecto común de todos los españoles, compartida por la mayoría de la sociedad navarra.
Ha sido éste el marco constitucional en el que, además, los navarros hemos podido desarrollar nuestro autogobierno gracias al Amejoramiento del Fuero. Y ha sido nuestro actual estatus institucional reflejado en el Amejoramiento y amparado por la Constitución el que ha permitido a Navarra el periodo de mayor progreso, estabilidad y bienestar para sus ciudadanos, hasta el punto de haber alcanzado unos niveles de calidad de vida similares a los de las regiones europeas más avanzadas.
Sin embargo, la respuesta de algunos al cuestionamiento que se ha hecho de la figura del rey y los ataques a la Constitución no ha sido todo lo firme y clara que cabría esperar. Debemos evitar esa forma de hacer política basada en la ambigüedad, el silencio cómplice y la contemplación, que se ha instalado en los últimos tiempos en buena parte de los dirigentes y que establece, como máxima, que las convicciones y las ideas se deben expresar u ocultar cuando convienen a los intereses políticos y en función de las circunstancias.
En UPN optamos por esa otra forma de hacer política en la que los principios y los valores siempre prevalecen por encima de las conveniencias y las ideas son expresadas con la misma firmeza y determinación independientemente del momento y la coyuntura en las que nos encontremos. Como el respeto y la lealtad al marco de convivencia que todos los españoles nos hemos dado.
Es en estos momentos cuando los demócratas debemos permanecer unidos y cerrar filas en torno a las instituciones y el sistema político que nos ha permitido progresar en libertad, una libertad sólo amenazada por la acción criminal de los terroristas. En esa tarea de preservar la convivencia, la estabilidad y la prosperidad que tanto nos ha costado conseguir a todos los navarros y españoles, el Rey es sin duda uno de nuestros mejores aliados.