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¡Fallaci siempre!

Hacía tiempo que había dejado de hablar de Europa. Para ella nuestra civilización se había transformado en «Eurabia», seguramente por haber dejado de defender, según ella, aquellas ideas y valores que la hacían reconocible frente a otras influencias culturales y sociales propias del mundo árabe.

Para mí su vida y su obra final (la que yo he estudiado), son un canto radical por la independencia de opinión, la libertad personal y por la libre determinación del hombre.

Y también sus muchas reflexiones suponen un continuo y universal recordatorio sobre lo efímero de las conquistas sociales y políticas, más aún cuando éstas o aquellas no se defienden con la vida si es necesario.

Es verdad que dos no pelean si uno no quiere, pero Oriana Falaci era de las que no creían que dejarse pegar fuera la mejor manera de vivir en paz y libertad. Por decir algunas verdades como puños algunos pusieron precio a su cabeza.

Al final descansa -suponemos que en paz- en su querida Florencia a donde dejó dicho que la llevaran de vuelta a casa.

Implacable y explosiva. ¡Oriana Sempre!

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