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Análisis: De la «voluntad inequívoca de abandonar la violencia» al «te voy a pegar siete tiros»

Hace más de un año el Congreso de los Diputados aprobaba una resolución que autorizaba al Gobierno a negociar con ETA si se producían las «condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción». El jueves vivimos una escenificación más de esas actitudes inequívocas cuando el etarra Bilbao Goikoetxea aseguró que ETA seguiría «con la lucha armada hasta la independencia», al tiempo que amenazaba al juez Guevara de la Audiencia Nacional con «pegarle siete tiros» y «arrancarle la piel a tiras».

Estas amenazas son una gota más en el mar de chulería, chantajes y ataques terroristas que ETA lleva a cabo durante la negociación con el PSOE. Desde la declaración de alto el fuego los empresarios navarros han seguido recibiendo cartas de extorsión, las herriko tabernas siguen recaudando fondos por medio de una campaña de emisión de bonos y se han registrado 89 actos de violencia callejera. Además, ETA continúa sus operaciones logísticas en Francia, incluso el propio juez Baltasar Garzón ha afirmado en un auto que ETA «continúa estando potencialmente activa».

ETA se siente cómoda en el nuevo escenario, hasta el punto de publicar hace unos meses una revista en la que recoge sus atentados en 2004 y 2005. Tras una portada en la que aparece un encapuchado con un jersey con el anagrama de ETA y una granada en la mano, los asesinos realizan una somera enumeración de sus delitos e incluso presentan un mapa de España señalando las localidades que han sufrido sus ataques.

Los presos de la banda son ahora recibidos con gritos de «gora ETA» y ellos, como Txapote y Amaia, reconocen orgullosos su pertenencia a la banda asesina mientras amenazan y desafían a los tribunales. Estas acciones han llevado a los fiscales a solicitar las penas más altas porque su actitud no permite «atisbar ninguna esperanza de reinserción», al tiempo que las sentencias, como la condena a Txapote y Amaia por el asesinato de Miguel Ángel Blanco, reconocen una actitud de «absoluta indiferencia y desprecio sin el menor signo de compasión o arrepentimiento» en los etarras.

Así y todo, el Gobierno socialista ha afirmado que el proceso va bien, que sí existe una voluntad inequívoca de abandonar la violencia, y que ya es hora de empezar los contactos, al menos los "oficiales". Otegui lo ve diferente: «Vamos ganando», afirma.

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