En el debate político suele repetirse, cuando se habla de batallar frente a los radicalismos, que la lucha democrática frente a ellos está sujeta a algunas limitaciones, entre otras la imposibilidad de ilegalizar ideas. Sin entrar en muchas disquisiciones, diré que nunca he compartido esta idea.>
¿Uno es libre de pensar lo que quiera? Supongo que sí. ¿Pero todas las ideas son defendibles? No. Y ¿todos los métodos son válidos para defender todas las ideas? Pues tampoco.
Cada cual en política debe valorar el alcance de sus respuestas a estas simples preguntas: primero ¿si una sociedad puede o debe defenderse de según qué ideas? y segundo ¿cómo debe hacerlo?
Vamos a imaginar que las ideas que ponemos en cuestión son las que sustentan la ideología nazi, o aquellas que defienden la bondad de la tortura por ejemplo. ¿Deberíamos combatirlas? ¿Sí o no? Y si la respuesta es sí, ¿Cómo lo hacemos? ¿En qué momento las ideas nazis son combatibles o incluso ilegalizables?
Imaginemos que a alguien se le ocurre la feliz idea de querer invadir Polonia. Sin duda la simple ocurrencia no tendría porque ser objeto de preocupación social, pero resulta que ideas como ésta (o esa otra que argumenta que los causantes de los males de uno son los demás véase negros, judíos o españoles-) no serían relevantes sino porque en momentos determinados de nuestra historia, esas ideas han concitado un apoyo social suficiente como para hacer visible la posibilidad de su puesta en práctica. De hecho Alemania invadió Polonia allá por el 39, y, sin ir más lejos, en el País Vasco y Navarra se ha consumado un silencioso genocidio de «lo español» durante los últimos 30 años.
Para alcanzar un determinado objetivo político, no bastan las ideas, se necesita una cobertura intelectual, la presión favorable de medios de influencia social, el soporte político y el impulso económico, cuya conjunción de intereses permite a todo aquel que defiende una idea poderla llevar a cabo.
Imaginemos a alguien que defendiera como idea me refiero- que deben desaparecer del País Vasco y de Navarra (Francia puede esperar) todos los que se consideran españoles, y que además mantiene plataformas mediáticas, políticas, económicas y educativas que colaboran en extender esta idea. ¿Qué debería hacer la sociedad donde anida esa idea? ¿Debe dejar que los que así piensan defiendan esta enfermiza idea con las mismas armas y mismas posibilidades que quienes defienden la convivencia, la pluralidad y el respeto a la vida? ¿En qué momento dejaría de ser respetable esta idea?, ¿Al materializarse el primer acto de coacción a un «español»?
Que seamos libres para pensar lo que queramos ni justifica que, en sociedad, podamos defender lo que queramos ni impide que la sociedad se defienda frente a aquellas ideas que considera socialmente reprobables o que la llevan, a juicio de la mayoría, al abismo.
Se dice que no son ilegalizables las ideas sino las acciones, los métodos, la falta de democracia interna. ¿Si la ideología nazi se defendiera por medios pacíficos en prensa, radio, tertulias, asociaciones, voluntariado deberíamos preparar una defensa frente a ella?, ¿Podría ser ilegalizada esa defensa de ideas contrarias a los valores constitucionales, justicia, igualdad, solidaridad, respeto a la vida, no discriminación…?
Las ideas como tal no se ilegalizan, uno puede pensar que sobramos los que estamos orgullosos de ser españoles en el País Vasco y Navarra y por mucho que se le explique que no hay nada que justifique su idea, seguramente siempre pensará lo mismo. ¿Pero puede defender pacíficamente que esto sea así?