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Tópicos y filfas

Con la excusa de hacer balance de su primer año de gestión (¿gestión?), el presidente ZP se nos ha balanceado; o sea, que se ha columpiado una vez más. Y ya van…>

Encantado de haberse conocido –no sé si tiene abuela-, nos salió hace unas semanas con que «después de ocho años de derechas hemos tenido uno de derechos». Cuando no hay balance mínimamente digno a presentar, los trovadores de discursos vacíos creen que distraen con juegos de palabras cargados de simplezas; o de sectarismo. Ya que no pan, al menos circo.

Y, como siempre, los de siempre jugando a lo de siempre: buenos –ellos- contra malos; progresistas –ellos- frente a reaccionarios; dialogantes –ellos- versus frentistas; transparentes –ellos- frente a casposos y oscurantistas. Y, naturalmente, en este juego maniqueo y descalificador del adversario, las etiquetas las ponen… ellos: los del «gobierno para todos» –y todas-.

Algunos socialistas siguen anclados en tópicos tan burdos como falaces. Enfrentar «derechos» a «derecha»… como si sólo se pudiera ser demócrata si eres de izquierdas. ¡Pues vaya democracia!

En esta Europa abierta del siglo XXI desentona la demagogia, prepotencia y dogmatismo de quienes pretenden que ellos y sólo ellos -la izquierda redentora- sienten valores como los de la libertad, la justicia social o la defensa medioambiental. Como si los demás fuéramos anormales, insensibles o insensatos.

En todo caso, esa aducida y pretenciosa superioridad moral o ética de la izquierda no se sostiene bajo ningún concepto. Los españoles (y concretamente los navarros) recordamos perfectamente –también lo hacen honrados socialistas de base- los escándalos acaecidos durante los últimos gobiernos del PSOE (Felipe González: los Gal, los fondos reservados, las Filesas… Urralburu y Otano, sin comentarios…)

Y ya en la política actual, constatamos las actitudes de todo un presidente del gobierno, envuelto en talantes y en sonrisas pero cargado de sectarismo y resentimiento.

A la izquierda que nos manda le queda aún un largo camino por recorrer (en materia de libertad educativa, de la ideológica, de defensa de la vida, de la independencia judicial, de la promoción de la pluralidad informativa… o simplemente de gestión adecuada en inmigración, en vivienda, en pensiones, en infraestructuras…) como para que pretenda ir por ahí con altanería y menosprecio.

Para el próximo balance, los españoles, más allá de las frases, de los tópicos, más allá de los gestos, queremos gestión. Realizada, sin deslegitimar al adversario, por un presidente que, sin ser rehén de nadie, escuche a todos –también a Rajoy y a sus diez millones de votantes- y defienda, como prometió, los derechos e intereses generales de los españoles.

Lo demás son filfas.

José Iribas S. Boado

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