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Que las armas «callen para siempre», deseo de Miguel Sanz para el nuevo año

Agradezco una vez más a los medios locales de comunicación que me permitan, en un día como este, compartir unos minutos con vosotros con el fin de reflexionar sobre el año que se acaba. Y también para mirar juntos al nuevo año con fundada ilusión y con esperanza.

Este año hemos celebrado unas elecciones a los Ayuntamientos y al Parlamento de Navarra que nos han permitido formar un Gobierno de coalición entre Unión del Pueblo Navarro y Convergencia de Demócratas de Navarra, un gobierno estable con un programa serio y adecuado al momento de progreso que vive la Comunidad Foral.

Ha sido un año de crecimiento económico que ha tenido su reflejo en lo social y que nos ha permitido aumentar la renta básica y otras prestaciones destinadas a los más necesitados.

Hemos avanzado considerablemente en infraestructuras, como el Canal de Navarra o el tren de alta velocidad y en la puesta en marcha de equipamientos culturales que han culminado en este 2003, como el Baluarte y el Museo Jorge Oteiza.

Este año hemos celebrado el 25 aniversario de la Constitución, nuestra Carta Magna que demuestra cada día su vigencia y su valor y que es la expresión máxima de los valores de cohesión, de convivencia y de consenso que tenemos todos los ciudadanos españoles. Una Constitución que se hizo entonces bajo el principio de la buena voluntad y el consenso. Quienes ahora pretenden destruir ese marco de convivencia desde el engaño o la mala fe, desde la posición chantajista de quien se aprovecha del terrorismo para imponer sus proyectos partidistas y sus ruinosas quimeras, saben que van a tener enfrente a todos los navarros de buena voluntad.

Y es que las fiestas navideñas se dirigen, sobre todo, a las personas de buena voluntad, porque ellas son capaces de traer la paz a la tierra. Por eso en estos días suelen callar las armas y con su silencio está nuestro deseo de que callen para siempre. Aquí, en Irak y en todos los rincones del planeta donde el odio, el fanatismo y el terror imponen sus normas y traen el dolor, la miseria y la destrucción. En la medida de nuestras posibilidades y de nuestra responsabilidad, nos hemos mantenido firmes en el compromiso de nuestro país con la defensa de la legalidad internacional y frente al terrorismo. Nuestro deseo mayor es que esa legalidad se restablezca cuanto antes.

Hace un año por estas fechas hice un llamamiento a todos los partidos políticos que iban a concurrir a las elecciones de mayo para que hubiera un denominador común: la lealtad a Navarra, la lealtad a lo que Navarra ha sido y ha decidido ser dentro de la nación española y de un sistema democrático de convivencia.

Ante las citas electorales del 2004 tengo que repetir este llamamiento a los partidos, sobre todo a los que, por tener un mayor respaldo popular tienen una mayor responsabilidad, porque la amenaza totalitaria de los nacionalismos excluyentes, nos exige ahora un compromiso, mayor si cabe, con nuestra sociedad y con nuestro sistema democrático y constitucional. Navarra no va a tolerar que desde otras regiones se intente debilitar nuestro proyecto como Comunidad Foral integrada en el Reino de España.

La Navidad es tiempo de abrir los corazones y la puerta de nuestra generosidad, del esfuerzo diario, de nuestro sentido de la justicia y de la solidaridad a quienes vienen desde tantos lugares del mundo a construir con nosotros un futuro mejor. Quiero tener un especial recuerdo para quienes padecen en silencio los estragos de la edad, para los que se ven afectados por discapacidades, violencia doméstica, enfermedades, marginaciones e incomprensiones de cualquier clase. Con ellos están nuestras preocupaciones más fervientes y nuestra voluntad más viva de solucionar cada día con mayor eficacia los problemas acuciantes y verdaderos de los ciudadanos.

No puedo olvidar en un día como este a las víctimas del terrorismo, los familiares de quienes han sido asesinados, y este año mi recuerdo más vehemente es para las familias de Bonifacio Martin y Julián Embid, los dos policías nacionales que fueron asesinados en Sangüesa el 30 de Mayo y para los familiares de Domingo Mateos, asesinado el 16 de Mayo en la Casa de España en Casablanca. Pero también para los que han de vivir escoltados, quienes son amenazados, amedrentados, silenciados, expulsados o excluidos por el fanatismo nacionalista.

Es cierto que la paz, esa paz que construyen y merecen los hombres y mujeres de buena voluntad, se levanta robusta cuando se asienta en los pilares de la justicia y de la libertad.

Estos son tiempos de exigencia y de compromiso. Y en medio de ellos, estos días de fiesta os invito a que disfrutéis sanamente compartiendo la alegría y las celebraciones.

Me gustaría brindar con vosotros para que las luces que iluminan de fiesta nuestras calles, iluminen también con la claridad y firmeza que necesitamos el año nuevo que tenemos por delante.

Feliz Navidad.
Zorionak.

Diciembre de 2003.

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