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Canal de Navarra: Una obra fundamental para el futuro y el progreso de Navarra

En la puesta en marcha real de una obra importante confluyen los sentimientos de satisfacción y de responsabilidad.

La satisfacción proviene de comprobar que ya comienza a ser realidad un proyecto en cuyo esbozo y tramitación se ha puesto mucho trabajo y mucha ilusión; y la responsabilidad obedece a la obligación que tenemos de ejecutar con la mayor eficacia y eficiencia posible las obras que sirven para acrecentar el bienestar de nuestra sociedad.

Y ambos sentimientos se hacen especialmente evidentes en el comienzo de esta obra, el Canal de Navarra, que entraña una importancia singular para nuestra Comunidad Foral.

Podemos decir, sin miedo a exagerar, que hoy comienza a verse cumplida la principal aspiración mantenida a lo largo del tiempo por tres generaciones de navarros, por miles de hombres y de mujeres, de responsables políticos, económicos y sociales que, desde comienzos del siglo XX, vieron muy claro que era necesario aprovechar la gran cantidad de agua que corría inútilmente -y a veces con consecuencias perniciosas- por los ríos de Navarra y convertirla en riqueza para la agricultura, para el consumo y, en definitiva, para el desarrollo de Navarra.

Desde 1928, en que un plan de obras contemplaba la construcción de un canal denominado entonces «Acequia de Navarra», se ha ido perfilando con el máximo rigor, basado en estudios científicos de todo tipo, y en análisis prospectivos de nuestra realidad futura, este gran proyecto al que hoy damos comienzo, proyecto impulsado decididamente por la sociedad navarra a través de las instituciones de la Comunidad Foral en sus distintas legislaturas, proyecto que ha sido declarado de interés general por la Ley promovida por el Gobierno de la Nación y aprobada por las Cortes Generales en 1997.

Por eso, es evidente la honda satisfacción que sentimos cuantos venimos trabajando por el futuro y el progreso de Navarra, como es también evidente la responsabilidad que tenemos asumida con este gran proyecto, quienes componemos las instituciones públicas de Navarra que se han comprometido en llevar a cabo de principio a fin este Canal de Navarra, esta infraestructura decisiva para el desarrollo y que constituye una garantía de futuro.

Las cifras que se desprenden de este gran conjunto que componen el embalse de Itoiz y el Canal de Navarra hablan por sí solas del beneficio que van a reportar a la sociedad navarra de los próximos años y de las generaciones venideras.

Los 340 Hectómetros cúbicos de agua que transitarán por este canal permitirán la transformación en regadío de una superficie neta de 53.000 Hectáreas, situada a lo largo de 48 términos municipales de las distintas zonas de Navarra.

Garantizará el abastecimiento de agua a más de 220 ciudades y pueblos, que cuentan con 350.000 habitantes, es decir el 70% de la población de Navarra, incluida la zona más densamente poblada, que es la comarca de Pamplona.

Hará posible la habilitación como suelo industrial de 650 hectáreas. Permitirá controlar las avenidas del río Irati y evitar en consecuencia sus efectos catastróficos.

Y propiciará la producción de energía eléctrica de forma renovable y sin contaminación, con claro beneficio económico y medioambiental.

El Canal de Navarra es sin duda una piedra angular, un elemento clave de la Navarra que entre todos estamos construyendo hacia el futuro.

Es un símbolo de la nueva Navarra, de esta comunidad dinámica y solidaria que se abre al siglo XXI en el marco de España y de Europa. Y es una obra cuya ejecución demuestra claramente el peso que Navarra ha alcanzado y mantiene actualmente en el marco de la Nación española.

Sin el apoyo político y económico de las instituciones españolas, esta obra habría seguido siendo durante décadas y durante siglos quizás, nada más que un proyecto, un sueño deseado pero nunca alcanzado.

Sin embargo, el decidido interés del Gobierno de España, al comprender la importancia decisiva que para Navarra, y en consecuencia para España, tiene esta obra, así como la consecuente decisión de las Cortes Generales, han hecho posible que pueda afrontarse esta obra, que se financie con un 60% de aportación estatal y un 40 % de aportación de Navarra y que se articule a través de la sociedad estatal Canal de Navarra S.A. la construcción y explotación encomendada por el Ministerio de Medio Ambiente.

Agradecer y reconocer el esfuerzo aportado por cuantos han hecho posible que esta gran obra comience a ejecutarse; por quienes vislumbraron hace varias décadas su importancia y su incidencia en el futuro de Navarra y por quienes, en épocas más recientes han luchado contra viento y marea para que esta obra pueda llevarse a cabo a través de un proyecto modélico que emplea las más modernas técnicas de transporte hidráulico y que garantiza un respeto riguroso al medio natural.

Y a cuantos van a trabajar en la ejecución material de esta obra, les quiero animar a hacerlo con la mayor profesionalidad posible, sintiendo el apoyo de la inmensa mayoría de los ciudadanos de Navarra, que tiene puesto en este proyecto su mayor interés.

Ante nosotros tenemos el reto de cumplir puntualmente el mandato social e institucional que nos emplaza a concluir esta obra y ponerla en servicio lo mejor y más rápidamente posible.

Estoy seguro, que del mismo modo que hasta ahora hemos sabido superar las complicaciones y dificultades de distinta naturaleza surgidas a lo largo del proceso cumplido, podremos en el futuro avanzar satisfactoriamente hasta colocar sin tardanza la «última piedra» de este Canal tan ansiado y necesario para Navarra.

Históricamente, en todas las civilizaciones, el agua ha sido símbolo de vida, de fertilidad y de riqueza.

Hoy más que nunca, en Navarra sentimos que esto es así, que la obra cuyo comienzo hoy celebramos nos va a garantizar el agua necesaria para el futuro, para nuestro bienestar, para nuestro desarrollo agrícola, industrial y urbano.

Sentimos que este Canal va a ser la columna vertebral de Navarra, el tronco por el que circulará la savia fértil que dará vitalidad y energía al conjunto territorial, que va a ser, en definitiva la cadena que engarzará los afanes y las voluntades de cuantos componemos este pueblo de raíz milenaria y de espíritu emprendedor y abierto que es Navarra.

Miguel Sanz Sesma
Presidente del Gobierno
de Navarra y de UPN.

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