Tenemos un país de lo más curioso. Hace dos días el presidente del Gobierno anunció el mayor ZarPazo a las políticas sociales de nuestra historia reciente y bajó el sueldo de millones de funcionarios. 24 horas después, la primera noticia relacionada con el recorte estaba en la tercera posición entre las más leídas del periódico digital más importante de nuestro país. Por delante, dos noticias relacionadas con el posible despido del locutor de la SER Paco González.
Es más, entre las 10 noticias más leídas, sólo dos hablan de la crisis. El resto: “La chica playboy en 3D”, “La solidaridad de Manolo Lama” o “Nadal descubre un nuevo talento”.
Algo parecido en Twitter, donde el follón de la SER, la victoria del Atlético en la Liga Europea y el imperdonable vacile de Manolo Lama a un vagabundo en Alemania han superado al fracaso económico del Gobierno socialista.
Y lo que es más grave, en el momento en que se convoquen elecciones, centenares de miles de personas volverán a confiar en Rodríguez Zapatero, si es que su propio partido es capaz de confiar en él como candidato.
¿Pero cuál es la razón para semejante sinsentido? Todos tenemos claro que no existe una alternativa ilusionante, pero también tenemos que volver la mirada a nosotros mismos. No existe una sociedad civil poderosa que presione de verdad a los responsables políticos. Es decir, Zapatero ha mentido desde hace años sobre la crisis porque la sociedad le ha dejado, porque le funcionaba.
Estamos en un país aletargado, alejado de la realidad a la fuerza por los propios protagonistas de esta realidad.
Hablo muchas veces de que estamos haciendo las cosas fatal como responsables políticos hasta convertirnos en la tercera preocupación de los ciudadanos; pero tengo que recordar que nos hemos dejado anestesiar como sociedad. Una sociedad activa, crítica e informada es el mayor enemigo de un político mediocre. Y en España los políticos mediocres abundan.
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