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¿Por qué estamos en política?

Cualquier persona que decide dar el paso de entrar en la vida política debe saber por qué lo hace. Desde el concejal del pueblo más pequeño al ministro.

Lógicamente, la inmensa mayoría nos dedicamos a la política para mejorar la vida en nuestras localidades, por tomar un papel activo (no el único, hay ONGs, asociaciones, apymas…) en la lucha contra las injusticias o en la defensa de las personas que más lo necesitan, de nuestros valores y nuestra tierra. El que en aquel primer día respondió otra cosa, mejor que deje de leer aquí, este post no va con él.

Los que entramos por esa razón, que como digo confío en que somos la inmensa mayoría, deberíamos seguir haciéndonos esa pregunta todos los días y dejarlo en el momento en el que la respuesta tenga la más mínima diferencia con la que nos dimos el primer día.

Hay gente lógicamente que no lo hace y se agarra a una silla que le da dinero, poder y de la que ni quiere ni sabe separarse. Da lo mismo que uno se haya convertido en zombie político, sin valores y que sólo se alimenta de votos.

Ayer recordaba esta máxima al salir de un debate en el que hablamos sobre el aborto en la cadena COPE. En él, mostré mi más absoluto desprecio hacia quien usa un tema tan serio como éste para conseguir un puñado más de votos. Porque sólo de esta manera se entiende la postura del PSN y del Partido Socialista en general.

En Andalucía, el PSOE ofrece descuentos del 20% al presentar el carné joven cuando se va a abortar. Igual, literalmente, que al ir a cambiar las ruedas del coche.

En el Parlamento de Navarra plantean una iniciativa vacía y de cara a la galería, obviando cualquier realidad jurídica, exigiendo en Navarra lo que su partido no realiza en otras comunidades y ninguneando el Fuero y las competencias navarras. Es decir, fuegos de artificio que no tienen más consecuencia que la que pueda suponer en las encuestas.

Ni una sola propuesta para las madres que deciden seguir adelante con el embarazo. Ni una sola iniciativa para facilitar los pesados y complicados trámites de adopción.

Ni una iniciativa real más allá del interés de subir en las encuestas.

Y nadie debería entrar (o seguir) en política pensando sólo en las encuestas.

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