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Cuarenta años «rojos»

Son escenas muy tristes: hay viudas jovencísimas que lloran a sus maridos, hay niños que aún no han asimilado la muerte de sus padres, hay guardias civiles que esconden su dolor mientras llevan a hombros los restos de un compañero asesinado, hay ciudadanos anónimos que tratan de mostrar su tristeza, su indignación, su impotencia…

Viendo algunas de esas fotografías en blanco y negro podría pensarse que se trata de episodios del pasado, de sucesos que se alejan en el tiempo. Y sin embargo, hemos vuelto a vivir todo el dramatismo de cualquiera de esas fotografías con ocasión de la muerte del guardia civil Juan Manuel Piñuel, asesinado en Legutiano. ¡Cuánto dolor de nuevo! Más imágenes para el recuerdo o para futuras exposiciones.

Decía Teresa Jiménez Becerril hermana de Alberto y cuñada de Ascen, asesinados en Sevilla hace diez  años que ETA acabará cuando queramos que acabe, cuando le plantemos cara, cuando echemos a los terroristas de la sociedad. Tiene razón: no basta que se sucedan las condenas de los políticos, hace falta de nuevo una rebelión social, una movilización ciudadana abierta, sin complejos, que se haga oír, que refleje lo que de verdad piensa la mayoría. Algunos casi nos hemos acostumbrado a concentrarnos diez minutos después de un atentado y a esperar al siguiente. Es una respuesta un poco pobre. Deberíamos pensar si está en nuestra mano la posibilidad de hacer algo más.

Es verdad que el panorama político no siempre ayuda. Basta pensar en las llamadas mociones éticas en algunos ayuntamientos. Es una iniciativa que surgió tras la renuncia de ANV a condenar los atentados de ETA. Pero las mociones no tienen mucho sentido si no existe una voluntad firme de aislar a ANV. Es de ingenuos pensar que servirá de algo adoptar un acuerdo municipal en el que se pide su dimisión. Llevamos años intentando que Batasuna y las distintas siglas y marcas de su entorno condenen la violencia, y sabemos que hasta ahora ha sido una  batalla perdida: han desperdiciado todas las oportunidades que se les han dado, y han sido muchas. Han sido crueles con los que sufren, inmunes al dolor ajeno, han asistido a muchos plenos convocados tras un atentado y se han negado a condenarlo. ¡Cómo iban a condenar el crimen si en ocasiones habían sido ellos mismos quienes habían puesto a la víctima en el disparadero! Su alimento es el miedo de los demás y esto es fácil de entender: los jueces ya han demostrado que pertenecen a la misma familia que ETA.

Asistí en Berriozar al pleno en el que se debatía una de estas mociones éticas que no tienen ninguna consecuencia política. Creo que fue una de las experiencias más significativas que he vivido. Berriozar es uno de los ayuntamientos en los que ANV tiene representación. Concretamente, cuenta con tres concejales. El alcalde es de NaBai y gobierna con ANV, a cuyos concejales ha cedido la presidencia de comisiones y áreas relevantes, como Cultura y Deporte. El alcalde de NaBai no apoyó en ningún momento la moción, ni siquiera quiso entrar a debatirla. Demostró que no tiene ninguna intención de apartar a ANV del gobierno municipal. La llave para que se produzca un cambio en Berriozar la tiene la única concejal de IU en la localidad, pero prefirió dedicar unas bonitas palabras a la libertad, a la democracia y a la ética en vez de comprometerse con una moción de censura que habría servido para sacar a ANV del gobierno y para devolver al Ayuntamiento de  Berriozar la dignidad democrática que se merece.

En fin, que las mociones que los socialistas han pactado con el PNV sólo sirven para que unos y otros se laven la cara y tranquilicen sus conciencias. De haber tenido realmente el propósito de aislar a ANV, disponían de un instrumento mucho más eficaz: la moción de censura. Quizá se guarden esta opción para algún caso de corrupción urbanística o de abuso de poder… Justificar un asesinato o decir que es «una expresión del conflicto» no les parece mayor impedimento para que alguien siga sentándose en una corporación municipal. Al fin y al cabo, el PNV no acató en su día la resolución judicial que obligaba a la disolución de Batasuna, y el PSOE es quien ha hecho posible que ANV esté en los Ayuntamientos.

Estas paradojas y estas estrategias poco confesables de algunos políticos también tienen su relación con los cuarenta días rojos de la exposición y con los 40 años rojos que nos ha proporcionado ETA desde la muerte del guardia civil José Ángel Pardines, asesinado en Guipúzcoa el 7 de junio de 1968.

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