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Ocultismo

El Gobierno socialista, el PNV y el PSOE enmarcan en la «normalidad institucional» la reunión secreta –de unas cinco horas, según El País- que tuvo lugar entre Zapatero y Josu Jon Imaz, Presidente del PNV, en fechas previas al debate del Plan Ibarretxe. «Normalidad institucional», dirán, como la de la visita de Ibarretxe a La Moncloa, donde también conversaron unas cuantas horas.>

Y «normalidad institucional» que -por ahora- no sabemos si ha tenido otros «normales» episodios, ya en Madrid ya en Vitoria o en distinto lugar. Lo cual ¿por qué no iba a ocurrir, siendo «normal» como es…? Quizás lo «normal» sea que tampoco nos lo cuenten.

«Normal» es que el Presidente se entreviste a hurtadillas en Moncloa con quien propone la secesión y que lo oculte. Y «normal» que la reunión dure tanta hora, sólo para expresarle el rechazo al Plan. Que ya se sabe, Zapatero es de León y traducir cuesta un rato. Pero afirman que no convinieron nada. Nada.

La reunión con Imaz era de tal «normalidad» e irrelevancia que (en contra de todos los antecedentes conocidos) se decidió ocultar que iba a celebrarse (primero) y que hubiera tenido lugar (después). Aquí no hubo ni escalinata, ni pose, ni fotos –que se sepa-: Ni rictus ni sonrisa (bueno, sonrisa habría, porque si no hubo fotos…).

Fue un encuentro «secreto»… hasta que se destapó. Alguien más debía conocerlo y, ya se sabe, «secreto de dos, secreto de Dios, secreto de tres, de nadie es»: de «secreto» pasó a «discreto»; ahora ya lo denominan «menos público».

Secreto o discreto, juego de palabras. Y hablando de palabras, de las que se cruzaron a lo largo y ancho de la entrevista, ¿qué? Uno, Josu Jon, no quiere revelar su contenido «por respeto al Presidente del Gobierno» (estos del PNV siempre tan respetuosos y leales con las instituciones españolas). Y a ZP le ocurre justo a la recíproca: que de respeto y talante, campeón por detrás y por delante.

Así que, mientras ellos se respetan mutuamente, el pueblo soberano –qué falta de respeto- se queda «in albis». Por lo visto tan a dos velas como Rajoy, a pesar de haber ofrecido lealtad incondicional, y votos, para defender el modelo de Estado.

Tampoco se comió una rosca –nos cuenta- Rubalcaba. Este, que es de confianza, nos da palabrita –te lo juro, oyes- de que no dispone de «información específica» -no especifica si dispone de otra- y que ni siquiera recuerda si conocía la «intrascendente» entrevista antes de celebrarse. Lo cual hace especialmente creíble la cuestión. De todos es conocido el candor del portavoz socialista. Es natural que considerase (con la que está cayendo) que se trataba de «una entrevista más»… (Ah, ¿pero hubo más?).

En este asunto de la «normal e intrascendente» reunión en Moncloa, si mala es la ausencia de toda transparencia, la falta de respeto a la opinión pública… lo peor es que además nos quieran tomar por tontos.

Descubiertos, pretenden hacernos creer que hablaron de pájaros y flores. Ya sería más de pájaros.

José Iribas S. Boado

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